Secretariado Diocesano de Migraciones
Día de las Migraciones 2013. Jornada Mundial
Millones de hombres y mujeres viven la experiencia de la migración como “un fenómeno que impresiona por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, culturales y religiosos que suscita, y por los dramáticos desafíos que plantea a las comunidades nacionales y a la comunidad internacional” (Caritas in veritate nº 62)
A estos hermanos quiere acercarse “la Iglesia que avanza juntamente con toda la humanidad, haciendo suyos los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres, especialmente de los pobres y de cuantos sufren “(Concilio Vaticano II ).
Esta diversidad étnica y cultural puede y debe ser contemplada como una riqueza, como un signo positivo del camino de los pueblos hacia la fraternidad universal querida por Dios. Estamos a la vez, en un escenario de grave crisis económica y moral, que está golpeando a numerosas familias, a muchas personas.
El paro, que afecta a millones de trabajadores españoles, y los recortes sociales en algunas áreas de atención pública, pueden resultar desfavorables para la integración de los extranjeros. Algunas veces se les ha culpado de la situación. Aquellos que para nuestro Padre Dios son los primeros destinatarios de su Reino, son los primeros en estorbar en el reinado materialista del bienestar.
La condición de emigrante, como dice el Papa, se ha convertido en un paradigma de la vida cristiana. Manifiesta la humildad, la provisionalidad y la dependencia del ser humano respecto a Dios en el peregrinar de su existencia.
En estos tiempos de crisis prolongada, donde la solidaridad debe ser reforzada, queremos seguir trabajando, dicen nuestros obispos, en la defensa de los derechos de las personas migrantes, en la promoción de una cultura hospitalaria, de la integración y de la inclusión que facilite a las personas su incorporación con todos sus derechos, superando el simple asistencialismo, y allí donde sea posible o necesario denunciar y trabajar por evitar las causas de los desplazamientos forzados.
Estas dificultades ofrecen a la Iglesia la oportunidad de ejercer de Buen Samaritano que cure sus heridas, les ayude a levantarse y a recobrar la conciencia de su dignidad, camine con ellos y les preste algo de su propia vida y riqueza. Sería un signo de esperanza para las personas afectadas.
Los emigrantes no son sólo destinatarios de la acción social, sino también de su misión evangelizadora de la diócesis, parroquias e instituciones. La Comisión Episcopal de Migraciones nos invita a cuidar la dimensión pastoral y el servicio a la fe.
El respeto al otro no debe hacer que silenciemos nuestras creencias y desde donde actuamos “ La verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, propuestas con toda claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que cada uno pueda hacer, lejos de ser un atentado contra la libertad religiosa es un homenaje a esta libertad, a la cual se ofrece la elección de una camino que incluso los no creyentes juzgan noble y exaltante”.(Evangelio nunciandi , 80)
Que esta Jornada Mundial, dice el papa Benedicto XVI, os ayude a renovar la confianza y la esperanza en el Señor, que está siempre junto a nosotros. No perdáis la oportunidad de encontrarlo y reconocer su rostro en los gestos de bondad que recibís en vuestra peregrinación migratoria. Alegraos porque el Señor está cerca de vosotros y, con Él podréis superar obstáculos y dificultades.
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