En la fiesta de Reyes
No hay niños en casa y, tal vez por eso, el día de Reyes ha
perdido un poco de su magia. Pero, precisamente este año, he descubierto que CADA
DÍA ES UN REGALO y CADA SER HUMANO, UN HERMANO... y que hay
un Rey Mago, PADRAZO de todos los seres humanos, que prepara los regalos con
más ilusión y mimo que cualquiera de nosotros.
Si lográramos imaginar a ese PADRAZO NUESTRO, acercándonos en
los brazos a cada ser humano como un nuevo hermano, suplicándonos con la mirada
que lo amemos, ¿seríamos capaces de decir que no?
Este año, en mi carta a los Reyes Magos, sólo pido dos cosillas.
No tienen precio y, como no me he portado muy bien (los humanos somos trastos por naturaleza), confío en su
infinita generosidad:
“A los Magos de
Oriente:
Me gustaría recibir
cada instante de mi vida como un REGALAZO inmenso, independientemente de las
circunstancias que lo acompañen.
Quiero recibir a
cada ser humano como a MI HERMANO, en brazos de un Padre-Madre-Amor que me pide
con inmenso cariño que lo ame. Si creéis que solo no puedo, traedme un pedacito
de su corazón...
¡¡¡GRACIAS MIL!!!”
(Adaptación de un texto de: El Dios de cada día)
JM
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